La historia de Palestina, es la historia de un pueblo que ha luchado siempre por existir, pero nunca se ha llevado una victoria.
El acuerdo entre los países árabes e Israel, mediado por Donald Trump, se convierte en el último golpe diplomático en la historia de un conflicto que el pueblo Palestino parece pelear más por dignidad que a sabiendas de que puede ganar.
Para entender la historia de una Palestina herida, bien podemos empezar a finales del siglo XIX con el inicio de la Sionismo, pero si arrancamos por lo más relevante a la actualidad, el acuerdo Árabe-Israelí, es ideal.
Acuerdo histórico, decía Donald Trump el pasado 13 de Agosto, a lo que tanto Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, como el príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohamed bin Zayed, suscribían.
El acuerdo es evidentemente histórico, pues abre un camino a las inexistentes relaciones entre los países Árabes e Israel. Previo a este, los únicos países de la región que compartían diplomacia con ese país, eran Egipto y Jordania.
Pero tanto como histórico, es unilateral, pues se celebra una presunta paz que, al menos para Palestina, no llegará pronto.
Las ambiciones palestinas no son similares a las de sus pares árabes, que aplaudieron un acuerdo de no anexar más de ese territorio por parte del gobierno israelí.
Para Palestina, tiene más que ver con el reconocimiento como Estado (139 países de la ONU así la hacen, pese a ello, tienen voz pero no voto). Además, con que el gobierno israelí, devuelva parte del territorio ocupado, una demanda que jamás tuvo cabida, sin duda, menos ahora.
Era 1896 y ante el inicio, de una ola antisemita (aquellos que discriminan a los judíos) se crea un movimiento de intelectuales judíos (sionismo) quienes tenían una importante convicción, un Estado judío.
Bien podríamos ir bastante más atrás, pero para ello habría que remontarse a Abraham y el pacto que, según el judaísmo, habría firmado con el dios de esa religión para entregar las tierras sagradas, entonces Canaán, hoy el territorio disputado.
Pero la historia se complica algo más tras el fin del Imperio Otomano, producto de la 2da guerra mundial. Esto equivaldría a que las potencias europeas se hagan de esos territorios, para que luego, Gran Bretaña favorezca, con la Declaración Balfour (1917) un territorio para el pueblo hebreo, entonces dividido en varias regiones del mundo.
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Con el nazismo en auge y el antisemitismo más cruel, la segunda guerra mundial se convirtió en una masacre sin precedentes. El holocausto provocó un éxodo masivo de judíos, miles de ellos, se desplazaron hasta lo que hoy se encuentra entre el mar Mediterráneo y las orillas del río Jordán.
Las tensiones aumentaron y entonces, para 1947, la recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU) crea un pacto para dividir los territorios, los palestinos no acordaron, los israelíes sí. No solo eso, pasó un año y el 14 de mayo de 1948 se declaran Estado de Israel.
Entonces se desata una guerra que, no es novedad, aunque la libran 5 países árabes, el gran perdedor fue Palestina, que redujo aún más su territorio y perdió parte de Jerusalén.
De este conflicto nace uno personal entre Egipto e Israel, que termina años después, con los famosos acuerdos de Camp David, lo mismo pasaría con Jordania, hoy, hasta que se concreten los avances del nuevo acuerdo, ambos Estados son los únicos con relaciones con el país hebreo.
Israel puede ponerle cualquier nombre, pero la realidad es que la amplia mayoría de la comunidad internacional, como los estatutos de instrumentos de derecho internacional como la IV Convención de Ginebra, son claros, los asentamientos de Israel en Palestina son ilegales.
Pero ¿qué son? Desde 1967, tras ganar la famosa guerra de los 6 días, el gobierno israelí empezó a ocupar territorio de la zona de Cisjordania, que pertenece a Palestina, allí amuralló espacios donde construyó residencias para sus nacionales que además están protegidas por las fuerzas armadas invasoras.
Entre ellos están los ubicados en Jerusalén, territorio también disputado donde Donald Trump decidió reubicar la embajada americana, aún a costa de que aquello, pudiese deshacer los pocos avances de la llamada «solución de dos Estados».
Pero Palestina también ha cometido crímenes crueles y ha atentado contra los derechos humanos. Y aunque la magnitud de los atentados es mayor de una orilla, la realidad es que aquello se anula cuando se habla de derechos individuales y colectivos.
En 1972, la OLP, entonces liderada por Yasser Arafat, asesinó a 11 inocentes deportistas israelíes en los JJOO de Munich. La OLP era un grupo terrorista que, contrario a llegar un acuerdo, buscaba destruir a Israel, sus atentados acabaron con la vida de centenares.
En 1993, tras el conflicto de la intifada (este evento por sí solo merecería un artículo) se firma en Oslo el primer acuerdo de Paz, en el que la OLP admite la existencia de un Estado israelí y se hacen acuerdos en base a territorio y su control. Años más tarde, en el año 2000, nace otro acuerdo en Camp David (Estados Unidos).
Pero a ambos Israel termina haciendo caso omiso, ya en 2002, Israel arrancó una amurallada en su frontera, el problema es que lo que Israel llama su frontera, Palestina llama su territorio.
Que la paz entre ambos se llegue a concretar, hoy parece imposible. Porque Israel tiene una historia evidentemente colonizadora, su gobierno, el que hoy dirige Netanyahu, es cada vez más agresivo y el acuerdo con los países árabes, termina dejando a Palestina, ahogada entre una región, que no parece luchar, por su misma causa.
PD. Si estás de ganas de leer más, porque evidentemente no he podido explicar el evento en su totalidad, te dejo algunos vínculos de interés.
El Imparcial: Las Guerras Árabe-Israelí
El Mundo: La creación del Estado de Israel